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Tho. Hobbes: Otra cara de su obra (página 2)



Partes: 1, 2

De esta manera Hobbes (1984), comienza a cimentar un
importante legado que posteriormente sería tomado por
autores como Locke o Rousseau, desde el punto de vista
metodológico, ofreciendo herramientas científicas
para el estudio de lo política y dando importantes aportes
en materia de Derecho al entender que se trata del uso de la
fuerza, pero de una fuerza canalizada a través de la
autoridad, aportando el carácter soberano del Estado y el
poder y una primera aproximación al carácter
legitimo por tratarse de la autorización
contractual.

Una mirada
Hobbesiana al problema de la
inseguridad en
Latinoamérica

El estudio de los aspectos
teóricos-políticos de Thomas Hobbes revisados en el
apartado anterior, conducen el ensayo a reflexionar sobre una
serie de aspectos y situaciones, que desarrollamos a
continuación.

Pertenecer a un Estado es un acto de renuncia, de
prescindir de la libertad natural o del derecho de gobernarse a
sí mismo, es por tanto un acto de subordinación. De
acuerdo a Hobbes (2001), dicha renuncia no es acogida con agrado
o aceptada de forma inercial -al menos no en el inicio-, es
necesaria para evitar perecer por muerte violenta. ¿Tiene
sentido entonces pertenecer a un Estado en el que perecer por
muerte violenta es un amenaza latente? ¿Vale la pena
renunciar a la libertad natural y al derecho a gobernarse a
sí mismo cuando el Estado no es capaz de garantizar la
integridad?

Cuestionar la importancia, necesidad o utilidad del
Estado en el siglo XXI parece fuera de orden y conlleva al
prejuicio implícito de ser señalado como
anarquista. Claro está, esa noción de
imprescindible conferida al Estado y asumida por la
sociedad civil, se trata de una aceptación tacita, poco
reflexionada, que raya en lo dogmatico y por tanto no es
susceptible a debate. Ahora bien, al estudiar la teoría
política del autor que nos ocupa, empiezan a emerger
algunas contradicciones que derivan en una interrogante
aún más oscura, la problemática pasa a
centrarse no ya en si es beneficioso pertenecer a un Estado y
renunciar al derecho de gobernarse a sí mismo, sino en
cuestionar si algunas de las formas de organización
política contemporáneas reúnen los preceptos
mínimos para ser consideradas como Estados.

Entonces nos encontramos con el problema de la
inseguridad, un problema inherente a los seres humanos, el hombre
necesita sentirse seguro para poder desarrollar su vida, el
estado de incertidumbre y temor impiden el normal desarrollo de
los hombres; así ha sido entendido desde filósofos
como Aristóteles (2003), hasta teóricos de la
administración como Maslow (1993), se trata de una
necesidad primaria, esencial. Thomas Hobbes (2001), construye su
teoría política partiendo justamente del problema
de la inseguridad y considera como fin del Estado alcanzar la
seguridad o bien lograr la paz.

En días en los que el problema de la inseguridad
es considerado como el de mayor gravedad en nuestro país y
en otros estados latinoamericanos, y considerando que la
acción automática es culpar a los gobiernos por
dicho problema, bien merece la pena reconsiderar la teoría
de Thomas Hobbes para identificar y evaluar el rol del Estado
frente a este problema y encontrar algunas luces y elementos de
juicio, para ello se expondrán algunos aspectos
teóricos que luego serán contrastadas con algunas
situaciones de la actualidad.

  • a. Guerra todos contra todos y sus
    orígenes

Los postulados de Hobbes (2001), proponen que el
problema de la inseguridad en el hombre es el que lo lleva a
renunciar a su derecho de gobernarse a sí mismo, es decir,
a renunciar a su libertad natural propia del estado de
naturaleza. Éste es considerado por Hobbes (2001), como
aquel en el que los hombres viven sin un poder común que
los someta, se trata del momento pre político, lo equipara
con una situación de guerra de todos contra todos o con la
concepción de estado inseguro y salvaje y por lo tanto
están expuestos a perecer por muerte violenta; sustenta
esta postura en tres presupuestos:

  • La condición natural del hombre tendiente al
    deseo constante de poder: nunca ven satisfechos sus deseos y
    la ambición siempre degenera en asegurar la
    posibilidad de un deseo futuro. (Hobbes, 2001)

  • Derecho por naturaleza a poseer todas las cosas: es
    decir, un poder ilimitado en todos los individuos,
    sólo limitado por otros individuos; desde esta
    perspectiva incluso existe derecho a asesinar, de manera que
    no es más que el derecho de cada quien de gobernarse a
    sí mismo. (Hobbes, 2001)

  • Igualdad natural de poder: las ventajas de unos
    hombres sobre otros, físicas o mentales, no son
    considerables ni determinantes, basta que o maquinen una
    estrategia o que se asocien para asesinar a quien sea un poco
    más fuerte, pero no por ello invulnerable, por tanto
    se trata de una igualdad de la vulnerabilidad. (Hobbes,
    2001)

De lo antes dicho se deduce que el hombre en el Estado
de Naturaleza vive en un permanente deseo de poder, que a su vez
el derecho natural le da la libertad de poseer todas las cosas,
dicho derecho lo tienen todos los hombres, por lo tanto los
hombres viven en búsqueda de su propia supervivencia y
seguridad, incluso a costa de la pesadumbre de los demás,
es por ello que el estado de naturaleza es equiparable a estado
inseguro, una guerra de cada hombre con cada hombre.
(Hobbes, 2001).

Esta situación de guerra se traduce en una
condición de incertidumbre que obliga a los individuos a
no abandonar la fuerza e intentar siempre anticiparse a la
violencia que puedan sufrir a través de la
agresión, esta dinámica no ofrece ninguna claridad
respecto al futuro. Los planteamientos desarrollados en torno al
estado de naturaleza nos llevan a afirmar que la seguridad es
entendida como la búsqueda de los medios para evitar, por
el tiempo que sea posible, la muerte violenta y esa
búsqueda hace que cada hombre sea enemigo de cada hombre,
siendo el estado de naturaleza esencialmente inseguro y amenaza
la vida misma de cada ciudadano, de manera que la seguridad para
un hombre significa la inseguridad para otro.

  • b. El problema de la inseguridad y su
    paradójico origen: la búsqueda de la
    seguridad

Arbeláez (2009:99), reconstruye la noción
de seguridad en Hobbes y plantea que el autor del Leviatán
siempre vincula o entiende la seguridad como: "la
condición obtenida por diferentes medios, de estar libre
de sufrir opresión, daño físico o muerte a
través de actos violentes". Expone que en el Estado de
naturaleza los individuos emplean como estrategia la
anticipación o la ayuda mutua, en el primer caso se trata
de tomar acciones violentas antes que sufrirlas, lo cual,
obviamente conlleva a una ciclotimia violenta por la posibilidad
de que cada individuo asuma la estrategia de la
anticipación o lo que se dijo antes: una guerra de cada
hombre con cada hombre. Por lo tanto la fuente primaria y
máxima de la inseguridad es, paradójicamente la
búsqueda de seguridad.

El origen de asumir una estrategia de
anticipación es la desconfianza hacia los otros hombres
por parte de un individuo; por lo tanto, siendo todos los hombres
desconfiados, la estrategia de la anticipación no es
efectiva para alcanzar la seguridad, e incluso incrementa el
riesgo de muerte al normalizarse. ¿Qué le queda
entonces al hombre para alcanzar la seguridad al fracasar la
anticipación? La segunda alternativa es no actuar de forma
individual y establecer asociaciones mutuas de coaliciones
defensivas.

  • c. Tampoco la asociación mutua es
    alternativa

Una vez que el hombre asume que la permanente
anticipación violenta en pro de su supervivencia
sólo lo conduce a la guerra de todos contra todos y que
antes que garantizar la seguridad incrementa el miedo y la
incertidumbre, busca la posibilidad de aliarse con otros hombres
para garantizar su seguridad y salir del estado de guerra. Esta
asociación se logra a través de un pacto basado en
una coalición defensiva que garantice la seguridad de
todos. Arbeláez, (2009: 110), plantea que para Hobbes los
convenios de confianza mutua pueden ser de dos tipos:

(…) se trata de un convenio de confianza mutua en
el cual no hay traslación de poder y derechos, sino un
compromiso de asistencia defensiva en caso de que alguno de los
miembros del pacto se vea amenazado o de un pacto en el que hay
traslación casi total del poder (…) un gobierno
civil con autoridad limitada o dividida.

Basta con ver la expresión autoridad limitada o
dividida, para afirmar que el filósofo de Malmesbury
rechaza esta opción, así el hombre se encuentra con
que ni la anticipación ni los convenios de confianza mutua
generan seguridad. La razón es que mientras el hombre
conserve poder la amenaza estará latente (y en ambos casos
conserva poder), en el caso de los pactos y asociaciones,
éstos no se traducen en garantía efectiva de
seguridad porque dependen de la confianza y el acuerdo de
palabra, y para Hobbes (1996: 153) "(…) los contratos sin
espada, son sólo palabras y no tienen la fuerza para
asegurar al hombre".

  • d. Las dos caras del temor

Hasta ahora se ha planteado que los hombres en el
momento pre político se temen unos a otros por la
desconfianza mutua, dicho temor los lleva a agredir a otros
individuos anticipándose a recibir una agresión y
al ver la insuficiencia de esta estrategia establecen
asociaciones mutuas de coaliciones defensivas, pactos que al no
ser respaldados con la espada degeneran en el mismo problema de
la confianza. De nuevo conviene plantearse la pregunta:
¿Entonces qué le queda al hombre para alcanzar la
seguridad? Consideramos que es en ese momento cuando el primer
teórico del Estado Moderno comprende que esa misma
emoción o pasión llamada temor que hace al hombre
violento y lo coloca en un estado de inseguridad, podría
llevarlo a la obediencia y a un estado de seguridad, si en vez de
temerse entre todos, todos temieran a un poder sobre todos,
entonces sería el fin de la guerra.

Para ello y respondiendo a la pregunta planteada en el
párrafo precedente, al hombre para poder alcanzar la
seguridad le queda renunciar a su poder y reconocer a un poder
sobre todos, este será el Leviatán, cuya fuente de
poder es el temor, pero en este caso el poder no irá en
contra del ciudadano, antes bien buscará garantizar su
seguridad a través de su obediencia.

  • e. La única alternativa posible:
    El contrato social

Para lograr el fin de la seguridad los hombres deben
asociarse con un pacto mucho más fuerte que un convenio de
ayuda mutua, un pacto en el que los hombres sometan sus
voluntades y cedan todo su poder y su fuerza individual a un solo
poder común, denominado Estado, que dispondrá de
todos los medios y todas las fuerzas particulares de los hombres
para alcanzar la paz y la seguridad. "La única manera de
erigir tal poder común, (…) es, conferir todo su
poder y su fuerza a un hombre, o una asamblea de hombres, que
pueda reducir todas sus voluntades, por pluralidad de voces, a
una voluntad. (Hobbes, 2001: 157).

Para que el pacto sea exitoso y se alcance efectivamente
la seguridad, es necesario que cada ciudadano -además de
transferir el poder a un hombre o asamblea de hombres- renuncie a
su derecho de resistencia. Pero Hobbes (2001) no sólo
habla de transferencia, también incorpora la palabra
autorización, así toma fuerza el
fundamento de un derecho civil emanado de los representados y
administrado por el soberano, que retorna a ellos a manera de
deberes y obligaciones en pos de la seguridad, la
autorización tiene como fundamento que los actos del
soberano no tendrán otro objetivo que salir o evitar la
situación de guerra de todos contra todos.

Nuevamente cabe resaltar que lo necesario para
garantizar la seguridad es que los hombres no conserven su poder,
por lo tanto la soberanía es la esencia del Estado, el
poder soberano debe ser irrevocable, intransferible y absoluto,
el pacto obliga a cada hombre con cada hombre y a cada hombre con
el soberano. (Hobbes, 2001).

Aunque el Leviatán de Hobbes parece
omnipotente, la obligación del soberano de garantizar la
seguridad constituye una limitación a su ejercicio, no
puede obviar su función, no puede actuar propiciando la
inseguridad; para lograrlo el poder debe ser indivisible porque
la naturaleza del poder es subyugar al otro, por ello al haber al
menos dos poderes se está en una situación de
guerra potencial.

Para Hobbes (2001: 322), la noción de seguridad
en el Estado inicia en la garantía de la vida -por venir
de la guerra de todos contra todos- pero va más
allá: "(…) por seguridad aquí no se entiende
una mera preservación de la vida, sino también de
todas las otras necesidades de la misma, que cada hombre por
trabajo legal, sin peligro, o daño a la comunidad,
adquiere para sí mismo".

Consideramos que esa garantía de poder trabajar
sin dañar al resto de ciudadanos, el derecho a desarrollar
la vida sin ser violentamente interrumpido por otro, no es
más que el respeto de los pactos que permiten la
convivencia, y no de un respeto que se fundamenta sólo en
la confianza sino que se puede garantizar a través de la
fuerza; haciendo una extrapolación arriesgada, en la
sociedad actual esa definición se ajusta a algunos
aspectos del Estado de derecho, como sistema que permite las
interacciones en sociedad teniendo un marco legal regulador, cuyo
incumplimiento acarrea sanciones.

  • f. Hobbes: Arquitecto del Estado
    Moderno

Thomas Hobbes es catalogado por autores de la talla de
Norberto Bobbio (1959), como el primer teórico del Estado
moderno, argumento similar al expuesto por D Entréves
(2001: 139) quien sentencia que:

(…) las verdades ofensivas de Hobbes aparecen hoy
como tesis incontestables (…) A nadie se le
ocurriría dudar hoy de que las leyes del Estado, sean
"buenas" o "malas" son leyes validas; nadie sostendría que
el ejercicio de la fuerza no pertenece al poder estatal; nadie
discutiría que la soberanía, la potestad de
imperio, constituye la esencia misma del Estado
moderno.

De manera tal que Hobbes (2001), funda el Estado sobre
tres bases: la validez de la ley, el monopolio exclusivo de la
fuerza por parte del Estado y la soberanía como esencia
del Estado. Los planteamientos de Hobbes que cimientan el Estado
moderno se encuentran en entredicho en algunos estados
contemporáneos, es evidente que el Estado no tiene el
monopolio exclusivo de la fuerza, que en nuestro contexto se
refiere al poder armamentístico, casos emblemáticos
lo son el Colombiano, Mexicano o Italiano en los que entes como
las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), los
Carteles del Narcotráfico o las Mafias, respectivamente,
son capaces de controlar territorios completos y erigirse como
autoridad, al punto incluso de asesinar funcionarios del poder
del Estado como alcaldes o jueces*, es decir, tiene una fuerza
capaz de hacer frente e incluso imponerse al poder del
Estado.

En el contexto venezolano ocurren situaciones similares:
grupos armados vinculados al paramilitarismo colombiano controlan
el comercio en importantes ciudades de Estados fronterizos,
mafias de alimentos y combustible no pueden ser controladas y
logran imponerse a la autoridad del Estado y de igual forma en la
región de Guayana, contrabandistas de minerales, armados,
logran imponer su autoridad; también en la
situación carcelaria resulta interesante ver como la
autoridad del Estado queda relegada a un segundo plano o las
tristemente célebres mafias estudiantiles en la
universidades, cuyos armamentos son equiparables o superiores a
algunos cuerpos policiales.

  • g. ¿Estado
    Soberano?

Estas situaciones sirven para, desde la perspectiva
Hobbesiana, plantear una serie de interrogante: ¿Es
posible hablar de poder soberano? Debemos considerar que la
noción de soberanía en Hobbes apela en primer lugar
al origen etimológico de la palabra, es decir:
¿autoridad por encima de todos? Visto así, parece
exagerado plantear que la autoridad del Estado está sobre
todo cuando existen entes organizados y armados capaces de
igualar e incluso superar el poder del Estado.

Respecto a las características del poder
soberano, estamos claros que sería muy inexacta una
comparación puesto que el fundamento filosófico de
Hobbes no es el que sustenta la actual noción de
soberanía. El aporte de Hobbes radica en considerar la
soberanía como elemento constitutivo para la existencia
del Estado, mas no se considera en la actualidad como absoluto,
indivisible e irrevocable, sin embargo respecto a la
soberanía, Hobbes no deja camino a la ambigüedad o
medias tintas: o se reconoce la autoridad del soberano y hay
gobierno o no se reconoce y hay anarquía.
Si las
resistencias son afortunadas… ¿Hay
gobierno?

  • h. Del monopolio de la fuerza a la
    pluralidad de la fuerza: La vuelta al Estado de
    Naturaleza

Plantea Sabine (1994), que en Hobbes la sociedad es un
cuerpo artificial producto del egoísmo más
calculador, es un medio necesario para alcanzar la seguridad,
sólo existe porque representa una mayor ventaja individual
que su no existencia. Es por ello que el Estado es considerado
por Hobbes como una invención humana por necesidad de
resguardar la vida y los bienes, así el Estado monopoliza
la fuerza y logra la sumisión.

Se ha establecido que la única razón de la
sumisión de los súbditos y su obediencia es la
garantía de su seguridad gracias al poder soberano, el
individuo renuncia a su derecho a resistencia. ¿Qué
pasa si el o los hombres apelan al derecho a resistencia? Hobbes
(2001) considera que la autoridad del Estado debe imponerse y que
si la resistencia es afortunada el soberano pierde su poder de
inmediato y sus súbditos dejan de ser súbditos y
apelan a las ventajas de la libertad natural.

Los casos ilustrados anteriormente parecen dar cuenta de
este último escenario, ya que observamos como existen
grandes y pequeños grupos armados que han sido capaces de:
en algunos casos imponerse al Estado y en otros de no ser
sometidos por el mismo (como la delincuencia), es entonces cuando
los individuos empiezan a adquirir armas para garantizar su
seguridad ante la incapacidad de los cuerpos del Estado de
garantizársela, o a contratar empresas legales de
seguridad y vigilancia o incluso a establecer pactos y convenios
con sectores delincuenciales que a cambio de dinero garantizan la
seguridad. ¿Acaso el primer caso no representa, salvando
las distancias, la estrategia de la anticipación y el
segundo la de asociación mutua en coalición de
defensa, propias del momento pre político o estado de
naturaleza?

El tema de la seguridad e inseguridad es el origen de
toda la filosofía política de Hobbes, la seguridad
existe cuando el hombre renuncia al poder, mientras que la
inseguridad es permanente en la medida que el o los hombres
mantenga cuotas de poder, así hay que considerar que
cuando miembros de la sociedad adquieren armas en procura de su
seguridad, ciertamente está relacionado con la vuelta a la
búsqueda de ventajas individuales del momento pre
político, pero también representa la
recuperación del poder al que habían renunciado y
por tanto en la búsqueda de su seguridad, incrementa la
inseguridad de los demás, como bien explica Hobbes (2001)
, al exponer el estado de naturaleza.

Al evaluar desde la perspectiva de Hobbes el rol del
Estado en el problema de la inseguridad, encontramos una serie de
inconsistencias entre lo planteado por el teórico
político y lo que efectivamente ocurre en el Estado
venezolano y otros estados. En primer lugar queda claro que el
Estado no tiene el monopolio exclusivo de la fuerza,
convendría a una sociedad que se plantea como gran
problema la inseguridad plantearse: ¿Por qué el
Estado no monopoliza la fuerza, ¿Sería beneficiosos
que así fuera?, ¿Qué otra alternativa
existe?, ¿Puede una ley desarme atenuar el problema?,
¿Cómo el Estado puede retomar su autoridad donde la
ha perdido? Lo cierto es que entre más debilidad del
Estado, en términos de autoridad, frente a sectores
delictivos, la estrategia de la anticipación parece
propagarse y con ella la inseguridad, reproduciéndose un
neo estado de naturaleza Hobbesiano. Proponemos que el Estado
debe replantearse su rol y definición y priorizar en la
que para Hobbes es su función primera e impostergable:
garantizar la integridad, la seguridad de los individuos que lo
integran.

Ahora bien, sin con lo dicho hasta ahora parecemos
proponer que desde el enfoque Hobbesiano, algunos Estados no son
realmente soberanos, no logran imponer su autoridad, si es
discutible el monopolio exclusivo de la fuerza por parte de
éstos, si los hombres retornan a la búsqueda de las
ventajas individuales del Estado de Naturaleza para alcanzar su
seguridad, si las estrategias de anticipación y
asociación mutua en coalición de defensa parecen
evidenciarse, si el Estado no es capaz de garantizar la seguridad
y viola el pacto por el que los hombres renuncia a su libertad
natural al no garantizar la seguridad, si existen resistencias
afortunadas… entonces Hobbes sentenciaría que no hay
Estado y no hay gobierno porque no existe legitimidad sin
poder.

Una vez expuestos de forma sucinta en la presente
sección del ensayo algunos aspectos teóricos de la
filosofía de Hobbes, centrándonos en el problema de
la inseguridad y la posibilidad de los hombres de alcanzar la
seguridad, que consideramos es el leitmotiv en este
autor, debemos aclarar que con este ejercicio de
contextualización no estamos planteando la inexistencia
del Estado, sólo que ha desvirtuado su esencia al no ser
capaz de garantizar la seguridad, ni de monopolizar la fuerza,
violando el origen mismo del pacto o contrato social y
desvalorizando la renuncia a parte de la libertad y poder por
parte de los ciudadanos.

Aclaramos que no propones ni reivindicamos los Estados
represivos, lo que sí admitimos es que un Estado debe
hacer cumplir su autoridad para que los ciudadanos además
de la preservación de su vida, puedan preservar bienes
necesarios sin dañar ni ser dañados por otros
individuos. No creemos que actualmente no exista el Estado, como
seguramente sentenciaría Hobbes. ¿Viven los
individuos sin el Estado? Recordamos a Aristóteles quien
planteó que para ello tendrían que ser o Dios o
bestia, y tal vez tenía razón, quizá se
trate de una bestia… tal vez un lobo.

Contrastes entre
Hobbes y otros filósofos políticos del siglo XVII y
XVII

Analizados algunos elementos ontológicos y
epistemológicos de Hobbes, así como los conceptos
políticos propiamente dichos y reflexionado sobre la
aplicación y vigencia de los fundamentos Hobbesianos en el
contexto actual, presentaremos a continuación las criticas
y valoraciones a su obra, presentada desde dos perspectivas: en
primer lugar el contraste de con los autores más cercanos
a su época y que lo contrastaron aunque comparten algunos
aspectos metodológicos, como lo son John Locke y Jean J.
Rouesseau, y luego exponer las valoraciones contemporáneas
a la obra de Hobbes a partir del siglo XX.

  • a. Respecto al Estado de
    Naturaleza

Desde que Aristóteles (2003), presenta al hombre
como un animal político o zoom politikon, en el primer
libro de la política, el tema de la naturaleza social del
hombre no generó mayor debate o controversia y se daba por
sentado este principio expuesto por el discípulo de
Platón. De igual forma ocurre con la concepción
orgánica del Estado. Posiblemente el primer
cuestionamiento a estas concepciones tuvo que esperar hasta el
renacimiento florentino y lo encontramos en Maquiavelo (2001),
quien aunque no niega la condición del hombre como animal
social, expone de forma clara su concepción
antropológica negativa.

Sin embargo, es realmente Thomas Hobbes (1992), quien de
manera frontal niega la condición social natural del
hombre, considera que se trata de un ser asocial por naturaleza y
que el Estado es un artificio, una invención racional
resultado del individualismo más calculador. Es por ello
que consideramos que es él quien de alguna manera inaugura
y da fuerza a este debate, colocando como piedra angular el
Estado de naturaleza y que luego contestarán autores como
Locke, Rousseau o Kant.

Se han expuesto ya algunos aspectos del Estado de
Naturaleza en Hobbes (1992), que pasa por considerarlo como una
guerra permanente entre los hombres y por lo tanto es necesario
salir del mismo y llegar al Estado civil. Mientras que Locke
(1990), concibe exactamente lo contrario, para él el
Estado de naturaleza es pacífico y el objetivo es volver a
él y no salir como planteaba Hobbes (1992), aunque
comparte con éste que es un Estado pre político,
sin embargo admite que es un Estado Social que antecede al
político, no como Hobbes (1992) considera que sociedad y
política surjan en un mismo instante.

Hasta ahora encontramos dos posturas antagónicas,
por una parte se plantea salir del Estado de Naturaleza y por
otra se propone la vuelta al mismo, es entonces cuando Rousseau
(1980 ), se ubica en una postura distinta: coincide con Locke en
que el Estado de Naturaleza es pacífico, pero considera
que no es posible volver a él una vez que el hombre ha
corrompido la paz natural, y también propone algo similar
a Hobbes (1992), respecto al establecimiento de un Estado Civil,
así, aunque con motivaciones iniciales distintas, estos
tres autores llegan a una mismo mecanismo de organización
política: el establecimiento de un contrato,
constituyéndose de esta manera Thomas Hobbes como el
primer autor contractualista.

  • b. Tres propuestas
    contractualistas

Una vez que inicia el quiebre de la cosmovisión
clerical imperante durante el medio evo, todo lo que durante
mucho tiempo había sido aceptado sin reflexión como
disposiciones divinas y por tanto superiores y fuera del alcance
de los hombres, empieza ser cuestionado, así fue en muchos
de los aspectos de la vida, incluyendo la política. Es por
ello que ya no se acepta que existen hombres que por naturaleza
han de ser esclavos como planteó Aristóteles
(2003), o que los reyes están destinados a gobernar por
derecho divino, de igual forma, cabe considerar que el incipiente
poder económico que acumulaba la burguesía, la
debilidad de la monarquía y las tensiones entre
ésta y los señores feudales poderosos, potencio un
escenario en el que era necesario presentar propuestas de
ordenamiento político. (Blannig, 2002).

Thomas Hobbes (1993), en el marco de una guerra civil, y
equiparándola con el Estado de naturaleza, entiende que la
única manera de salir de ese Estado era través de
un contrato, que cualquier otra forma de búsqueda de
supervivencia sería un fracaso, en este los hombres
renuncian a todo su poder en favor de un soberano que
tendrá la capacidad de garantizar la seguridad y la paz,
el pacto una vez aceptado no puede desestimarse, el soberano
contará con el poder y con él será capaz de
transmitir la motivación de la obediencia a través
del miedo que evoca. En Hobbes (1993), es importante que la ley
cuente con el respaldo de la fuerza para que se cumpla, es
así como se pasa del estado de guerra, en el que todos
tiene derecho a todo, al Estado civil, con derechos limitados, en
ese instante surge la sociedad, el Estado, la política, el
gobierno y el derecho. Expone Hobbes (1993: 141) el contrato
social de esta manera:

Autorizo y transfiero a este hombre o asamblea de
hombres mi derecho a gobernarme a mí mismo, con la
condición de que vosotros traferiréis a él
vuestro derecho y autorizaréis todos sus actos de la misma
manera. Ésta es la generación de aquel gran
Leviatán o más bien, de aquel dios mortal, al cual
debemos, bajo el Dios inmortal, nuestra paz y nuestra
defensa.

La propuesta de Hobbes, de acuerdo a Sabine (1994), no
fue recibida con agrado por los sectores monárquicos, ya
que aunque justificaba la existencia de la monarquía y la
consideraba en ese momento la forma idónea para garantizar
la seguridad y terminar la guerra, no era bien visto que el
origen fuera racional y desvinculado de la lealtad y el honor que
debían revestir a la monarquía. Sin embargo
consideramos que el gran legado de Hobbes (1993) es que ofrece
una estructura metodológica concreta para formular el
establecimiento del Estado civil: exponer el estado de
naturaleza, plantear la forma del contrato social y el
establecimiento del Estado civil, que sería empleada tanto
por Locke como por Rousseau, como veremos a
continuación.

Locke (1990) es el primero en tomar la estructura
propuesta por Hobbes (1993), una de las motivaciones para
concretar el contrato o acuerdo es la preservación de la
propiedad, a la cual considera como un derecho incluso anterior
al establecimiento de la sociedad. El poder civil es para Locke
de a cuerdo a Sabine (1993), el derecho de hacer leyes con penas,
para regular y conservar la propiedad por el bien público,
Locke (1990) no tenía dudas en que para establecer tal
poder, éste debía surgir del consentimiento de los
individuos, es por ello que el derecho civil debe surgir del
derecho individual de cada hombre.

Ahora, la materialización de este contrato si es
sustancialmente distinta a Hobbes, propone la necesidad de la
división de poderes, concibe que los poderes ejecutivo y
legislativo se justifican porque son un modo mejor de proteger
los derechos naturales, tal planteamiento resultaría
absurdo para Hobbes (1993), dividir el poder significa que uno
intentará imponerse al otro. Otro elemento de los
propuestos por Locke (1990 ) y que no tendrían cavidad en
Hobbes (1993) es el derecho a revocar el contrato, es decir, el
derecho a resistencia, así Locke toma la estructura de
Hobbes, pero quita el carácter irrevocable e indivisible
del poder soberano.

Rousseau (1980), reproduce el modelo de Hobbes (1993) en
el siguiente sentido: el hombre es bueno por naturaleza, por ser
imagen y semejanza de Dios,[5] y considera que el
momento en el que pierde tal condición de bondad es al
involucrarse con la sociedad, dado que afloran sentimientos como
la vanidad, que ubicaba en las ciencias y que lo llevó a
ser crítico del iluminismo que alguna vez defendió.
En este punto vemos una relación con Hobbes, quien
atribuía parte de la responsabilidad del problema a las
emociones y sentimientos de los hombres, como ha sido tratado
anteriormente.

Rousseau (1980) entiende que los problemas de la
sociedad se originan en el problema de la desigualdad y
señala cuatro aspectos como origen de este mal: -la
propiedad privada y la agricultura, (al tener un individuo algo
que el otro no tiene hay desigualdad), la metalurgia, y la
división del trabajo (como elementos que en la
interacción social generan tensiones), pues
acentúan las diferencias entre los seres humanos e
incentivan emociones negativas como la envidia o el
odio.

Entiendo que el problema es la maldad del hombre y que
su origen es la desigualdad,

Rousseau (1980), sigue la línea diseñada
por Hobbes (1993) y seguida por Locke (1993) de establecer un
contrato, para él se debía instaurar una
república a través del contrato social, el cual
sería una forma de asociación donde todos los
hombres se unen para ser iguales, que renuncien a sus propios
derechos ( en esto coincide con Hobbes), y tratándose de
una norma no impuesta sino autoimpuesta, cercana a la democracia
directa, aplicable en pequeños poblados, sin mediaciones
de representantes o partidos, gobernados por la voluntad general
como expresión de la voluntad soberana del cuerpo
político, y guiada por la libertad positiva (hacer lo que
se quiere de conformidad con la ley).

Monografias.com

Los contrastes entre los tres autores estudiados en el
presente apartado del ensayo se pueden sintetizar en el cuadro
comparativo Nº1.

Valoraciones y
criticas de teóricos políticos del siglo XX
respecto a la figura de Hobbes

Thomas Hobbes fue considerado e interpretado durante
mucho tiempo como un autor cuyo aporte no excedía a la
justificación de gobiernos monárquicos en su
momento o autoritarios más recientemente, ingenua
apreciación que imperó hasta la primera mitad del
siglo XX, e incluso se le asociaba con fenómenos como el
fascismo, que seguramente ni en sus más atroces visiones
del Estado de guerra llegó a prefigurar. Se trataban de
lecturas ingenuas y superficiales a la obra de este
inglés, que no defendía forma de gobierno alguna
porque no creía que tal cosa existiera, como nos
señala Sabine (1993: 364):

No hay formas impuras de gobierno. Las gentes imputan al
gobierno a la perversión, empleando términos tales
como tiranía u oligarquía, sólo porque les
disguste una forma de poder, del mismo modo que emplean
términos de aprobación como monarquía o
democracia si les gusta.

Queda claro que Hobbes (1993) no es un defensor de la
monarquía, simplemente considera que esta forma de
gobierno era la que mayor posibilidad tenía de alcanzar la
seguridad y paz de los ciudadanos, valoraría positivamente
cualquier gobierno capaz de garantizar la paz y la seguridad de
los ciudadanos.

El autor que retoma con mayor fuerza la figura de Hobbes
y muestra sus aportes y legados a la teoría y a la ciencia
política es Norberto Bobbio (1996: 148), quien logra
deslastrarlo de los prejuicios que arrastraba y tomar lo
verdaderamente trascendente, expresándolo de esta
manera:

"Me ocupé de él durante toda mi vida, a
intervalos. Pero no me reconozco otro mérito que el de
haberme percatado de la importancia capital del pensamiento
político de Hobbes cuando todavía se estudiaba
poco, al menos en Italia. (…) durante el fascismo su
nombre era sospechoso. No se habían dado cuenta de que el
Leviatán no era el Estado totalitario sino el Estado
moderno, que nace de las cenizas de la sociedad medieval, un
cuerpo político que puede encarnarse históricamente
en las más diversas formas de gobierno, entre las cuales
no está necesariamente la autocrática"

Coinciden en este punto Bobbio (1996) y Sabine (1993),
en considerar que la forma de gobierno era un elemento casi
accesorio en la filosofía política de Hobbes (1993)
y entienden que su legado es metodológico, que partiendo
del individualismo funda el Estado moderno, teniendo como
énfasis el individuo y no la familia, que fue el
planteamiento de la concepción orgánica
Aristotélica. Su fundamentación racional del poder
lo confronta con la monarquía, así Hobbes (1993 )
estuvo solo, y aunque no dejó una escuela y
discípulos en el sentido formal, su estructura fue tomada
como modelo incluso por sus detractores, como hemos estudiado
recientemente.

Por lo tanto concluimos que los aportes de Hobbes
abarcan una dimensión bastante amplia, que pasa desde su
manera de asumir el conocimiento como demostración
más que interpretación, la consideración de
los aspectos ontológicos y conducir sus estudios con una
base científica solida, hasta los postulados estrictamente
políticos, que sirven como importante insumo en el estudio
de lo político.

Conclusiones

La revisión bibliográfica, así como
el proceso deliberativo, interpretativo y reflexivo nos hace
coincidir en una serie de premisas que a continuación
presentaremos:

Monografias.com

El miedo o temor es un elemento transversal en toda la
teoría política de Thomas Hobbes, hemos dilucidado
que esto no se trata de una casualidad, existen elementos de
juicio, que si bien no son absolutamente concluyentes, nos hacen
sospechar que el primer teórico contractualista desde la
infancia albergaba profundos temores, fundamentalmente de su
propia vida y la de su familia cercana, así como su
país, motivados por amenazas de muerte a su padre -con
huida incluida-, y a la posibilidad de la invasión a
Inglaterra por parte de la armada invencible. Siendo Hobbes un
autor que valora positivamente el método
inductivo-deductivo-racional, es posible y planteamos que
quizá sus construcciones teóricas en las que
concede gran importancia a las emociones, tengan su origen en sus
propias sensaciones y sobre éstas generalizarlo a la
construcción de un sistema categorial, cuy o pilar
será su emoción dominante.

Monografias.com

Al revisar hoy la obra de Hobbes, no parece sorprender
la consistencia que en su teoría tiene n los fundamentos
epistemológicos, hasta que recordamos que escribe en el
siglo XVI, para él era ya importante en la
construcción de su teoría consideraciones como: la
noción de realidad, la construcción del
conocimiento científico y la necesidad de construirlo no
exclusivamente sobre una base empírica sino también
sobre el razonamiento deductivo. Sin duda se trata de un
adelantado que entendió la necesidad de sistematizar la
construcción de conocimiento, trascendiendo la mera
especulación a través de una muy coherente forma de
construir el conocimiento. Su obra es resultado de un proceso
riguroso y serio que se traduce en un gran aporte (poco
reconocido) a todas las ciencias sociales y más aún
a la ciencia política, su propuesta taxonómica de
la ciencia posiciona al estudio de los fenómenos sociales
como disciplina científicas con todo el rigor que ello
implica.

En lo que respecta a sus planteamientos
teóricos-políticos, en sentido estrictos,
éstos son bastante claros: el estado de naturaleza es un
estado inseguro en el que el riesgo de perecer por muerte
violenta es amplio, resultado del egoísmo más
calculador, surge el estado, la sociedad y el gobierno en un
mismo instante, como invención racional. Los hombres a
través del contrato social logran alcanzar la seguridad en
el estado civil, renunciando a su poder a cambio de la
garantía de su seguridad, la paz es el fin del Estado, la
soberanía es indivisible e inalienable, el poder debe ser
absoluto, indivisible e irrevocable, equipara Estado con gobierno
y con soberano y considera que o el soberano es capaz de imponer
su autoridad o no hay gobierno, ni estado y reina la
anarquía.

Aunque Hobbes ha sido atacado por aparentemente
respaldar el absolutismo, lo que realmente prefigura no es el
Estado absolutista sino el Estado moderno: el carácter
contractualista en el que la autoridad del soberano deviene de la
autorización del súbdito tiene un fundamento
cercano a la legitimidad, la necesidad de que la ley sea
efectivamente valida y de que exista la posibilidad de imponerla
es parte del fundamento del Estado moderno, así como el
monopolio exclusivo de la fuerza en el Estado o la
Soberanía, entendida como la autoridad que está
sobre todo.

Al contextualizar algunos de los conceptos
políticos Hobbesianos y aplicarlo a la problemática
de la inseguridad concluimos que existen elementos que de alguna
manera se reproducen en la actualidad en algunos estado
latinoamericanos, parece existir una especie de vuelta al estado
de naturaleza en el que los individuos apelan a su libertad para
obtener su seguridad de forma individual, estrategia similar a la
anticipación que incrementa el riesgo al resto de
ciudadanos. Los criterios de: garantía de seguridad,
soberanía, monopolio exclusivo de la fuerza por parte del
Estado, no parecen cumplirse.

Finalmente, al contrastarlo con otros autores
clásicos, concluimos que Hobbes cimienta las bases del
contractualismo, metódicamente establece la estructura:
estado de naturaleza-contrato-estado civil, que luego
sería adoptada por Locke y Rousseau, quienes disiente de
él en aspectos teóricos pero que reproducen su
modelo. En cuanto a los autores contemporáneos, Norberto
Bobbio reivindica su obra, la deslastra de prejuicios y valora el
gran aporte que tanto metodológicamente como
teóricamente representó su obra para el Estado
moderno, no sólo por el contractualismo, también
fundar el Estado partiendo del individualismo y la importancia
que concede a la soberanía y a la legalidad del poder o
una fuerza canalizada.

La solidez de su obra desde el punto de vista
epistemológico-científico, la claridad de sus
argumentos teóricos-políticos, la vigencia y
aplicabilidad de su pensamiento pese a ser un escritor del siglo
XVII, la influencia que ejerció en toda la
filosofía política del siglo XVII y XVIII, su
condición de primer teórico del Estado moderno y
posiblemente de primer teórico político desde el
punto de vista científico, son algunos de los muchos
argumentos que nos permiten concluir que Thomas Hobbes es
quizá el autor clásico de mayor trascendencia y
legado en la Ciencia Política.

Monografias.com

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Autor:

López, Douglas

Licenciado en Ciencias Políticas.
Egresado de la Universidad del Zulia. Docente en el área
de las Ciencias Sociales, Educación Media.

Trujillo, Emilva

Lcda en Ciencias Políticas y Administrativas.
Egresada de la Universidad Rafael Urdaneta. Miembro de la
Comisión Multidisciplinaria de la Coordinación
Estratégica de la Secretaria de Desarrollo Social de la
Gobernación del Estado Zulia. Cursante de la
Maestría en Ciencias Políticas y Derecho Publico en
la Universidad del Zulia.

Méndez, Blanca

Socióloga, Egresa de la Universidad del Zulia.
Becaria Académica de la Escuela de Sociología de la
misma universidad en el Eje de Teoría Social. Cursante de
la Maestría Ciencias Políticas y Derecho
Público en la Universidad del Zulia

Arrieta, Víctor

Licenciado en Ciencias Políticas,
Egresado de La Universidad Rafael Urdaneta. Consejero Local de
Planificación Pública del Municipio Maracaibo y
Asesor Político de la campaña al Consejo
Legislativo del Estado Zulia. Cursante de la Maestría
Ciencias Políticas y Derecho Público.

Carrizo, José

Licenciado en Ciencias Políticas y
Administrativas, Egresado de la Universidad Rafael Urdaneta.
Concejal por el Partido Un nuevo Tiempo del Municipio
Jesús Enrique Lossada.

Septiembre, 2012.

[1] Este ensayo ha sido posible por los
intercambios académicos realizados entre profesores y
colegas a lo largo del curso Teoría Política, en
la Maestría de Ciencias Políticas Y Derecho
público. Debemos agradecer las orientaciones y
asesorías en materia del profesor doctorante y titular
de la materia: Liber Cuñarro, así como
también, agradecerle al mismo infinitamente por poder
presentar sin miedos nuestras opiniones como producto de
diversas reflexiones en este breve trabajo de
investigación.

[2] Decimos algunos porque algunos de los
otros aspectos, más específicamente el aspecto
ontológico del ser humano, y las características
que se asumen en la dimensión axiológica han, y
seguirán siendo trabajadas con mejor detalle en las
otras secciones de este ensayo. Aquí se
expondrán, lo que a nuestro modo de ver son los
más pertinentes desde el punto de vista
epistemológico.

[3] Hacemos referencia a la verdad en
cursivas debido a la amplia discusión que podría
derivarse de este concepto desde los distintos enfoques y
paradigmas que generan debate. Aunque bajo una época en
la cual esta verdad aun es discutida, la intensión del
ensayo es señalarla desde la perspectiva que le daba
Hobbes a la misma. La verdad mencionada desde su óptica
y desde la inscripción valorativa que le daba
asociándola solo con la terminología racional del
hombre.

[4] Esta precisión ontológica
sobre el movimiento aunque no conforma una parte esencial en
este ensayo podemos destacar que conforma el puente auxiliar
para entender la contingencia en la cual se deducían los
razonamientos de verdad. Para ahondar más sobre este
punto, puede recurrir al capito primero “del
sentido” en la parte primera del texto
Leviatán.

[5] Es el caso de Marco Leal, alcalde de
Tamaulipas- México, asesinado en agosto de 2010 y de
Giovanni Falcone, juez italiano asesinado en mayo de 1992.

Partes: 1, 2
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